Esto es lo que una mamá me dijo una vez, preguntándome sobre su peque, el menor de tres viendo que no estaba desarrollando el lenguaje de la misma manera que sus hermanos mayores.
En este artículo quiero poner sobre la mesa algo que he escuchado tantas veces. Y no solo hablando sobre desarrollo de lenguaje, sino esos comentarios de padres que no entienden por qué unas cosas les han funcionado con un hijo y con el otro no, “que siendo los mismos padres, cómo han podido salir hijos tan distintos”.
Si prefieres escucharme que leer, escucha mi audio-post aquí.
Somos los mismos padres, pero no hacemos lo mismo
Empezaré desvelando uno de los secretos que veremos un poquito más desarrollado en seguida que es que no, que “no somos los mismos” con cada uno de nuestros hijos.
Lo que más me ha hecho reflexionar sobre este tema es justamente mi experiencia personal. Tengo una hermana con la que me llevo muchos años y tengo clarísimo que nuestros padres siendo las mismas personas no se han comportado de la misma manera. Y podría decir que esto ha sido así porque nuestro caso es extremo (nos llevamos 25 años), cosa que hace más fácil entender por qué nuestros padres “no han sido los mismos” con cada una de nosotras, pues una vida entera pasó por medio de las dos.
Pero también con las diferencias normales que se llevan los hermanos, vemos que tampoco los padres son los mismos con uno que con otro.
También te lo cuento todo esto como logopeda infantil que ha estudiado sobre desarrollo y patología de lenguaje, que he visto centenares de niños con desarrollos de lenguaje completamente distintos, nada que ver entre ellos, y que he visto hermanos muy distintos entre ellos, sobre todo los menores con mayores muy espabilados, que tienen unas características muy particulares en casa que ahora veremos.
Lo explico siempre: una persona es genética más ambiente y ambos son importantes. Los dos. La genética lo es, pero el ambiente también (e incluso podríamos decir que más; a mí me parecen fascinantes los estudios sobre epigenética, mira esta publicación que hice sobre este estudio del Dr. Bruce Lipton, autor de Biología de la creencia).
También recalco otra cosa y es que la comunicación no se desarrolla sola, sino en interacción con otros. La comunicación es cosa de (mínimo) dos, como decía en esta publicación…
“La construcción de la persona nunca es un acto individual; se fundamenta siempre en la relación”, Núria Franch, psicomotricista y autora de Poética corporal.
No es lo mismo unos padres primerizos con su primer hijo, todo lo que van a aprender y hacer por primera vez, que cuando hay un segundo, muchas cosas ya no son nuevas.
Pero lo que sí que es nuevo es lo que esta nueva personita nos trae, con sus características propias, su manera de ser, su manera de comunicarse. Esto influye en la interacción que vamos a tener con uno y con otro hijo.
Argumentos en contra “somos los mismos padres y hemos hecho lo mismo con cada hijo”
1) El primero recibió tiempo exclusivo y más atención
Hablo en términos generales, porque soy consciente que existen primeros hijos e hijos únicos que no reciben una atención exclusiva, ni respetuosa, ni empática por parte de sus cuidadores principales (por distintas circunstancias).
Pero en una gran mayoría de familias sí que podemos decir que el primer hijo recibió tiempo exclusivo al menos por un tiempo (hasta que nació su hermano).
El segundo hermano o los siguientes no van a tener tiempo exclusivo si la familia no entiende que eso es importante. Quizás sí en la época de bebé que necesita más cuidados para la supervivencia, pero ya no tanto cuando va creciendo y hay un mayor (o varios) a los que también atender.
Te pongo un ejemplo que he visto varias veces en mi práctica profesional. Cuando valoro el lenguaje de un peque, pido vídeos reales a la familia en los que puedo ver al peque cómo se comunica y también a los padres cómo se comunican con él o ella. Algunas veces, cuando hay hermanos, me han mandado vídeos de la hora de la cena en que los cuatro están compartiendo ese momento alrededor de la mesa. Cuántas veces he visto que el hermano mayor tiene muchas cosas que decir, cuenta cosas sobre su día, anécdotas, cosas divertidas… y los padres van hablando con este, van comentando cosas… y el pequeño está ahí silencioso y observando, en un segundo plano.
Imagina el día en el que el mayor se va a dormir a casa de un amiguito y te quedas con el peque en casa. Puedes ver tú misma la imagen de la cena y ver que la atención, hoy sí, estará sobre el pequeño.
Pues todo esto tiene un impacto. Un impacto que se traduce, queramos o no, en menos oportunidades para el pequeño de poder expresar sus ideas y ser escuchado.
2) Los hermanos están expuestos a materiales no adecuados a su etapa de desarrollo
Los hermanos menores suelen estar expuestos a juguetes y cuentos (y pantallas) a las que el primero no estuvo expuesto a tan temprana edad. Y no precisamente es positivo estar expuesto a cosas de niño mayor, porque es importante entender el momento evolutivo del peque y sabernos adaptar.
Por ejemplo, la lentitud, la calma, las pausas, poder dedicar tiempos exclusivos, son favorecedores para el desarrollo de un peque (y del lenguaje).
Un hermano menor suele estar expuesto a más velocidad, más estímulos, menos exclusividad… que pueden hacer que no goce de esos momentos que le irían tan bien para poder expresarse y ser escuchado de manera tranquila.
He visto hermanos menores donde sus hermanos mayores están viendo dibujos acelerados, jugando a luchas, mirando cuentos con mucha letra… cuando idealmente deberíamos seleccionar para el pequeño juguetes y cuentos adecuados a su etapa de desarrollo.
3) Cuando el hermano mayor es muy espabilado y expresivo
Si el hermano mayor es muy espabilado, muy expresivo, habla mucho, le gusta ocupar espacio, decir la suya, responder rápido… no va a dejar momentos de pausa y espacios al más pequeño, que tiene más necesidad de tiempos largos, escucha activa y ritmo más pausado.
También lo he visto esto en vídeos. Padres e hijos jugando, compartiendo el momento, donde el hermano mayor siempre es el primero en responder, aunque la pregunta o el turno sea para el menor. Y es normal que suceda, pero eso deja otra vez al hermano menor en una posición de menos oportunidad. No hay espacio para él y el espacio, créelo, es una estrategia de comunicación consciente e impulsora de lenguaje
4) Los padres no somos los mismos
Los padres nos vamos haciendo mayores, la logística en casa se suele hacer más compleja cuantos más hijos hay, hay menos tiempo para cada uno, las expectativas cambian, estamos más cansados… ¿cómo vamos a ser los mismos? ¿Cuál es tu sensación?
5) Cada niño es distinto, con personalidad distinta, y estilos y ritmos de adquisición y desarrollo del lenguaje bien distintos
No debemos olvidar que entre los niños hay grandes diferencias en cuanto a hitos de desarrollo. Con el lenguaje, incluso si comparamos hijos únicos (que supuestamente tienen esos padres frescos dando atención exclusiva, pero a la vez, inexpertos), veremos peques que hablan perfectamente y otros que apenas están empezando a decir algo o que no se entiende nada de lo que dicen (a la misma edad) (lo cuento en este artículo “Puede hablar pero no quiere”, donde desmiento precisamente esta afirmación dicha por tantos padres de hijos que “no hablan”).
No se trata de “qué hicimos mal”, sino de comprender que sí que actuamos de manera diferente
La pregunta de esta mamá “¿qué hicimos mal?” la cambiaría por “qué no supimos ver” o hacer esta reflexión sobre los tiempos dedicados a cada hijo o los cambios en nuestra manera de ser. Y si queremos ir más allá, saber que estos temas han sido tratados por investigaciones y estudios, y que aunque no queramos admitirlo sí que existen favoritismos entre hijos que también pueden hacer que les tratemos diferentes.
Para mí es muy fácil de entender que les tratemos diferente porque, como decía al principio, la comunicación es cosa de dos. Reflexiona por un momento sobre las tantas relaciones que tienes con personas. Qué diferentes, ¿verdad? ¿Por qué hay unas personas que te gustan y otras no? ¿Por qué con unas te sientes bien y a otras prefieres no verlas? Porque se trata de una interacción donde se ponen en marcha muchas cosas: manera de ser, personalidad, capacidad o no de escucha, de empatía, valores, habilidades interpersonales y comunicativas y un montón de ingredientes más que convierten en este cóctel de dos en uno más refrescante o en uno de trago largo.
Con los hijos esto no queda al margen.
Qué podemos hacer con todo esto (y cómo ayudar al desarrollo del lenguaje del peque que lo necesita)
Hace falta que entendamos dos cosas:
A) Cada peque es diferente
Cada niño o niña tiene una manera de ser distinta, con intereses propios, y hablando de lenguaje, un estilo y un ritmo propio de desarrollo. Hace falta comprender cómo es nuestro hijo, cómo está desarrollando su lenguaje, qué forma parte del desarrollo esperable y que “se sale de la norma” para poder ajustarnos y darle lo que en cada momento necesita para seguir desarrollándose de manera óptima (¡y feliz!).
Cuidado que esto nos nos lleve al otro extremo de “Todavía es muy pequeño, ya hablará”. He hablado extensamente de los peligros de dejarlo a suertes y pensar que el peque es muy pequeño. No existe tal cosa como es “demasiado pequeño” cuando nos referimos al desarrollo del lenguaje porque este se está dando ¡desde el nacimiento! (incluso desde que están en la barriga de mamá). Puedes leer mi artículo “‘Ya hablará, tu peque es muy pequeño para logopedia’ | ¿Quién recomienda algo así todavía?”.
B) El peque desarrolla lenguaje gracias a la interacción con adultos
El peque se desarrolla (y desarrolla su lenguaje) gracias a pasar momentos de calidad e interacción con adultos (de referencia y con quien tiene un vínculo) los cuales hacen unas adaptaciones (no conscientes) que favorecen el desarrollo del peque.
Por tanto, si hay varios hijos, es importante que podamos dedicar tiempos exclusivos a cada hermano, para que en esos momentos ese peque tenga nuestra atención y escucha, pueda expresarse sin prisa, con el espacio suficiente. Y más aun si estamos detectando cierto desafío en el desarrollo de su lenguaje, más vamos tener que hacer ajustes en nuestra comunicación que se sabe que son verdaderamente importantes para favorecer e impulsar su lenguaje. (Puedes leer mi artículo “Consenso empírico: Esto da resultados en el desarrollo de lenguaje de los peques”).
Algunos de estos ajustes los he ido nombrando que son dedicar tiempos de calidad, con lentitud, dejando tiempo y espacio al peque, detectar las intenciones comunicativas del peque y adaptar nuestro lenguaje adecuadamente.
Cuéntame tu experiencia
Podría decir muchas más cosas sobre este tema de “ser los mismos padres pero no comportarnos de la misma manera con los hijos” pero te dejo a ti la palabra para que dejes en comentarios si eres padre o madre de varios hijos, si has experimentado estas diferencias, si uno de tus peques ha tenido desafíos en el desarrollo del lenguaje (y los otros no) o si eras (y quizás sigues siendo) de los que pensaban lo que decía esta mamá del título de este contenido.
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